En nuestro país la bota de vino es un elemento muy tradicional, asociado generalmente a los pastores de ganado, que la utilizaban en sus salidas para llevar a pastar su rebaño.
Para los que la desconozcan, una bota es un recipiente con forma de gota o lágrima curva para contener líquidos, tradicionalmente vino.
Está fabricada, generalmente con piel de cabra cosida a mano y recubierta interiormente de pez (una especie de brea) para su impermeabilización.
La bota, tiene un origen muy antiguo. En la antigua Grecia ya se usaba odres fabricadas con la piel de un cordero entero, las extremidades se ataban y la boquilla estaba en la parte del cuello. Los mejores poetas eran premiados con un odre lleno de vino
A estos odres de piel también se refiere la Biblia, «La parábola del vino nuevo en odres viejos» Mateo 9:14-17, Marcos 2:21-22 y Lucas 5:33-39.
(16)Nadie remienda un vestido viejo con un retazo de tela nueva, porque el remiendo fruncirá el vestido y la rotura se hará peor. (17)Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, se reventarán los odres, se derramará el vino y los odres se arruinarán. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan”
EL odre en este caso era una bolsa echa de cuero de cabra, se llenaba de vino nuevo y se dejaba reposar. Al fermentar el vino en la bolsa de cuero, esta se estiraba debido al gas de la fermentación. Cuando este odre era viejo y usado, perdía su elasticidad y se ponía muy duro. Si entonces se le ponía vino nuevo, el resultado era que al fermentar el vino se reventaba el odre, y se perdía tanto el odre como el vino. Por ello los odres viejos solo podían utilizarse para guardar vino viejo y los odres nuevos para guardar vino nuevo
Estos antiguos odres aún siguen utilizándose en algunas culturas y tribus en África y Oriente Medio, aunque, por otro lado, se han transformado a efectos prácticos hasta lo que hoy conocemos como la bota de vino. Es una versión de menor tamaño que los viejos y aparatosos odres, lo que permite un mejor transporte y comodidad en el servicio del vino.
En España, el uso de la bota era muy común hasta no hace mucho. La gente del campo todavía usaba este recipiente para llevarlo consigo en sus labores agrarias o simplemente para conservar el vino en casa como un recipiente. Era imprescindible en la alforja, acompañando en las largas jornadas trabajadores y pastores. Cuando se juntaban con otras personas compartían unos tragos de vino de sus respectivas botas, mientras charlaban y reponían fuerzas.
"Con pan y vino se anda el camino" es un refrán castellano que tiene una base real: el pan y el vino eran fundamentales en los caminos de los viajeros de tiempos pasados, en concreto de la Edad Media. La Bota era el recipiente ideal para transportar el Vino.
Pero no sólo encontramos su importancia en Castilla o el área hispana, sino que debía ser algo general a los viajeros europeos de aquellos tiempos.
Las Botas ya no son tan populares como antes, pero algunos montañeros las seguimos usando, en nuestras salidas al aire libre y en nuestra casa, siendo una buena sustituta de los botes de aluminio, botellas de plástico y demás trastos contaminantes, porque además de vino son útiles para llevar otros líquidos.
Para conservar la bota siempre ha de estar llena, se use o no. Si no se va a usar en un tiempo, ésta se debe de dejar en posición horizontal con el brocal hacia arriba, medio llena de aire y con una copita de coñac en su interior. Para mantenerla exteriormente se deben usar siempre grasas de origen animal como la manteca.
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